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Expedición al volcán Galeras Pasto

hotel en pasto vincent suitesCuando todavía no se había construido la carretera al Galeras era tradicional llegar a la cima por caminos y senderos. La expedición comenzaba muy temprano, con una buena dosis de coraje para el duro ascenso.

La cita matutina se hacia frente al templo de San Felipe donde los excursionistas se persignaban invocando la ayuda celestial para emprender la aventura. Uno de los caminos pasaba por la antigua aldea de Anganoy (nido de águilas, en quechua).

En las faldas del volcán las tierras están bien cultivadas; los ganados pastan en magnificas praderas. El tipo de vegetación cambia a medida que se asciende y la temperatura baja gradualmente. Desde la cumbre, se aparecía una imagen prodigiosa de la ciudad de su entorno. Entre los 2.200 y 4.275 metros de altitud se sitúa hoy en Santuario de flora y fauna que cubre una extensión de 7.615 hectáreas. En los bosques de alta montaña nacen las fuentes de agua que abastecen a Pasto y a otras poblaciones circundantes. Varias lagunas, cascadas, aguas termales, de singular belleza, complementan en el paisaje. El Santuario tiene dos senderos de interpretación ambiental: el Frailejonal y el   Achichay (¡Qué frío! En quechua). Fuertes y fríos ventarrones anuncian la cercanía de las bocas del volcán y el paisaje se vuelve lunar. El 27 de marzo de 1926 un osado profesor del colegio javeriano visitó el volcán en actividad y cuenta su experiencia: “El estruendo que se siente al acercarse a la cima es comparable al ruido sordo y metálico que producen varias locomotoras próximas a salir del túnel y que se echarán encima del espectador. Hasta hace algunos años hubo glaciar permanente que contrastaba con la columna negra y con las nubes blancas y el cielo azul”.

El cráter externo, la caldera, es una gran barrera circular de unos 3 km. De diámetro y 80 metros de profundidad, que rodea la chimenea del volcán cuya forma semeja a un cono, un poco menos elevado que el borde de la caldera. Pequeñas chimeneas arrojan gases con ruido sordo. La bocal del volcán se encuentra a unos 9 km. Del centro de la ciudad de Pasto.

Formas expresivas del volcán

A través del tiempo, las manifestaciones del Galeras se han descrito con diversos términos: “echa fuego por la boca” “arrojo gran cantidad de agua hirviendo”, “grandes y espantosas columnas de humo ensombrecían a la ciudad”, “piedras encendidas caían por las faldas quemando la vegetación y los techos de paja de las casas cercanas”, “en ocasiones, se sentía un fuerte olor a azufre “. “Bravísimos rugidos o bramidos subterráneos, era señal que 180 gramos de ceniza por metro cuadrado” - dice un cronista. En ocasiones, la fuerte onda de choque hacía crujir puertas y ventanas. En la noche, el resplandor que producía la lava en las nubes, se interpretaba como llamaradas del volcán.

El lenguaje volcánico cambia después. En 1989, llegan a Pasto expertos vulcanólogos y se refieren a “erupciones explosivas del cráter central, que producen flujos piroclásticos, emisión de gases, cenizas, flujos de lava”. Al Galeras los definen como “un estrato volcán andesetico, con una estructura conformada por coladas de lava intercaladas con productos piroclásicos de diversos tamaños”. Sofisticados apatatos registran las secuencias sísmicas que se toman como base para las predicciones.

La actividad eruptiva inquieta al principio, pero luego, al repetirse eventos similares durante varios años, la población se despreocupa y la toma como un asunto cotidiano. A los ojos de los poetas, la columna de humo se vuelve “magnifica, hermosa, grandiosamente bella”. “Las columnas ce ceniza pretendían alcanzar el cielo proporcionando el más bello y admirable espectáculo” – dice Edmundo Medina Madroñero. Otro poetas también se inspiran: “el Galeras en verano, recorta la altivez de su desnuda cresta sobre luminoso fondo azul, mientras el sol calcina sus plomizas vertientes en invierno, cubre con pudor su hirviente cráter en el blanquísimo vellón de nubes que flotan a su alrededor y lo envuelven en silencio majestuoso.

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